Este sistema
se acaba
Autora: Lorena
Costas Caride
“Este sistema se acaba”. Esa es quizá, la afirmación que no nos
acabamos de creer. La verdad que rechazamos en favor de la negación más utópica
y conformista. “El sistema de vida occidental se agota”, recalca José Luis
Sampedro, catedrático y profesor de estructura económica. Y nosotros, personas
con capacidad de raciocinio, lo escuchamos pero miramos para otro lado. Quizá
pensemos en ello cuando se produce alguna llamada de atención por parte de la
naturaleza, o cuando la televisión emite alguna imagen sensacionalista,
clamando el interés emocional de un público que hoy llora y mañana ríe. Sin embargo,
viajamos a bordo del mejor barco en dirección a ninguna parte. Un Titanic, cuyo destino
no será una playa de aguas cristalinas ni una ciudad llena de posibilidades.
Navegamos a la deriva, y algún día, nos tragará la tormenta. Ya que, siguiendo
las líneas de pensamiento de Sampedro, estamos ante un modelo de construcción
social imperialista, en el cual, la regeneración natural de los recursos que se
utilizan, se vuelve imposible. Es lo que de forma teórica, se podría denominar,
un “modelo incontrolado” donde prima el desarrollo económico no sostenible.
La pregunta del millón en este caso es “¿cómo se para?”, a lo que
Sampedro responde: “no se para por la razón, sino por el desastre”. Dicho de
otro modo, las políticas actuales colocan el medioambiente al final de su lista
de objetivos gubernamentales, ya que, estamos ante una alternativa de cambio
que no genera beneficios económicos a corto plazo. Por ende, vuelcan sus
esfuerzos en un mercado que crece hacia ninguna parte, recordándome una frase
tan repetida en mi casa “Pan para hoy, hambre para mañana”. Es decir, lo que
hoy tenemos como seguro, mañana podría convertirse en cenizas si no sopesamos la
metodología de nuestras acciones.
Por otra parte, me ha sorprendido la esquemática analogía de
Sampedro sobre la comercialización y producción actual. Ya que, según este
autor, se advierte un mercado que crea los productos, y luego, inventa las
necesidades a las que estos darían respuesta. Podemos observar como el objetivo
no es mejorar la calidad de vida de las personas, sino generar una forma de
producción, que fomente una actitud consumista en base a sentimientos de
necesidades materiales infundadas y ficticias. Dicho de otro modo, no se alude
a la necesidad objetiva de un producto, sino a la falsa quimera que nos proporciona el fenómeno del consumismo
en nuestras vidas.
En conclusión, somos esclavos y esclavas de nuestra propia forma de
vida, y aun sabiendo que esta acabará matándonos, tenemos la capacidad de no
hacer un mínimo esfuerzo. En mi opinión, si desatamos poco a poco, los nudos de
un sistema opresivo de compra y venta, podremos generar una forma de
pensamiento más libre, a través de la cual, las políticas de hoy en día, deban
readaptarse a nuestra capacidad innovadora de vivir por nosotros y nosotras mismas
sin dependencia material, modificando de esta manera, el modelo de producción y
consumo tan corrosivo y nocivo para el medio ambiente.
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